viernes, 3 de octubre de 2008

Dos de Octubre de 1968, el inicio de la masacre.

Florencio López Osuna, defendíamos nuestras escuelas. Representante ante el CNH por la Escuela Superior de Economía del IPN

Antes de la reunión del 2 de octubre en la mañana llegaron a hacerse un par de juntas en casas particulares porque no podíamos reunirnos en una escuela, Ciudad Universitaria y el Casco de Santo Tomás estaban ocupados militarmente. Fuimos tres gentes las encargadas de reunir al Consejo Nacional de Huelga (CNH) éramos el físico matemático Verdugo, Nassar y yo.
Vamos a darnos una vuelta al Casco para ver que hay, llegamos y nos dimos cuenta de un movimiento. Casi todos los que hablan de aquella reunión del CNH antes del mitin del 2 de Octubre recuerdan que un compañero informó de un movimiento raro sospechoso, inusitado de la tropa.
Había movimiento de tropa incluyendo ametralladoras, lo que no correspondían a las supuestas condiciones dadas para una solución al movimiento. Si sólo era una manifestación para qué era ese movimiento tan raro de tropa; lo informé en la reunión del CNH. Quizás eso influyó para que fuera designado orador en el mitin, no como dice Ángel Verdugo que para hablar se nombraron a las personas menos peligrosas, a los dirigentes secundarios. No recuerdo si alcancé a proponer la suspensión de la marcha. Gilberto Guevara dice que él propuso suspender la marcha de las Tres Culturas al Casco de Santo Tomás como gesto de buena voluntad, para darle solución al conflicto.
La reunión transcurrió con el nerviosismo de la época porque después de la toma del Casco el día 23 sólo había pasado 8 días. La situación era algo tensa, nerviosa. Se deciden los temas a abordar en el mitin y se nombran a los oradores. Me nombraron a mí, a David Vega y al "Búho", en ese orden hablaríamos. Como maestra de ceremonia quedó Myrthokleia de la Wilfrido Massieu y así nos fuimos al mitin. Esto habrá sido como a la una, máximo a la dos de la tarde; el mitin empezaba a las 5:00 de la tarde.
Llegamos a la plaza de las Tres Culturas, a mí se me encomendó tratar dos puntos: 1) informar el apoyo brindado al movimiento en provincia, teníamos información que en varios Estados entraban en ebullición las huelgas, para demostrar que el movimiento seguía avanzando y no declinaba. 2) denunciar la tortura, que estaba recibiendo Cabeza de Vaca en el Campo Militar número Uno; nos había mandado un escrito de que lo torturaban. La prensa decía que era un fósil, que no era un estudiante.
Después de discutir la situación, se acordó que sólo asistieran al mitin los comisionados, como ya se sabe, los miembros del CNH no respetaron el acuerdo, pues casi todos asistieron. Cuando llegamos a Tlatelolco había tanquetas apostadas a los costados, nos acostumbramos a ver movimiento de tropa y no se nos ocurrió que llegara a más. De haber sabido que se había decidido la masacre, evidentemente nosotros no hubiéramos estado en ese mitin, ni en ningún otro mitin y habríamos pasado a otras formas de lucha, no necesariamente violentas. A Sócrates también le cerraron la válvula a la información, si fue una decisión de alto nivel, lo ignoramos.
El mitin transcurría como todo acto político, el tercer piso estaba casi lleno, había muchas personas y periodistas. Los compañeros ingenuamente ponían cordones para que no entraran más. Se inicia el mitin, hago mi intervención; pero la interrumpía informando de los contingentes que se iban incorporando al mitin. Recuerdo perfectamente a uno de ellos, el de los ferrocarrileros estaban al fondo a la derecha, yo seguía mi intervención. Ya para entonces tenía pegado atrás a Sócrates, quien quería que dijéramos idioteces: que el pueblo se estaba muriendo de hambre, cosas de ese tipo. Ya le urgía arrebatarme el micrófono, lo que había ocurrido antes, le urgía hablar su papel era protagónico como tantos lo han señalado.
Pero a medida que Myrthokleia hacía el anunció, empecé a recibir papelitos de los compañeros brigadistas que decían: Osuna, el ejército se acerca por la calle de Mosqueta. Yo informaba: compañeros tenemos esta información: el ejército se acerca a la Plaza; pero es un mitin pacífico. Y seguía mi intervención. - “¡Osuna, el ejército viene por tal calle!” Entonces, prácticamente concluí mí intervención, a no ser por ese atosigar de Sócrates, Myrthokleia anuncia a David Vega el siguiente orador, fue en ese inter cuando aparecen las luces de bengala. Mi reacción fue hacerme hacía el pretil del tercer piso, el movimiento de la gente en el piso parecía un mar revuelto, ya estaba lo que ahora sabemos que fue el batallón Olimpia, con sus guantes en la mano y "fusca" incluso hasta dos "fuscas" y metralletas.
Vino el movimiento natural, yo y otros compañeros decíamos a los asistentes: cálmense muchachos las cosas no son para tanto. Es cuando escuche: estamos aquí batallón Olimpia. Y recibimos sus ordenes: todo el mundo a la pared; estaba Luís González de Alba, éramos de los últimos, creo que a Luís le tocó en la mitad derecha y a mí casi en el centro, en la mitad hacia la izquierda. Todo mundo a la pared y la siguiente orden fue: todo el mundo al piso y el que alce la cabeza se lo carga su chingada madre. Pero en lo que nos estaba controlando, nos están aprehendiendo. Estaban recibiendo las órdenes que se cumplían en el ínter, volteo a mi izquierda y veo a David Vega, el micrófono ya lo tenía Sócrates, siempre se salió con la suya.
Cuando Vega tenía el micrófono y un personaje del batallón Olimpia lo jaloneaba, se lo quería arrebatar. Entonces, se le sale un disparo al batallón Olimpia y Vega avienta el micrófono, todo esto ocurre en lo que se cumple la orden de los fulanos.
Vi a ese individuo alto, fornido, el típico militar: gabardina gris, cabello chino, con pistola de alto poder, supongo que era 45; es lo que recuerdo porque estaba tirado en el piso.
Las luces de bengala se ven caer de un helicóptero. El helicóptero sale como del Eje Central y nos queda a unos cuantos metros de altura de ahí lanzan las luces. Casi hay una sincronía, ya estamos cooptados por el Batallón Olimpia prácticamente transcurre todo en unos cuantos minutos o segundos. El ejército vestido de civil, el Batallón Olimpia llevó a la multitud a un juego cerrado. El Olimpia tuvo como propósito, no solo aprehender a quienes se encontraban en el tercer piso, sino iniciar la masacre y sobre todo causarle bajas al ejército regular, disparar desde el tercer piso haciendo parecer que éramos los estudiantes que provocábamos, para que el ejército respondiera. Tengo mis dudas, en lo medular es cierto que el ejército fue quien causó la mayor parte de bajas, el ejército regular hasta ahí reacciona. El ejército ya traía la orden de llegar a masacrar y recluir. Tenemos una versión de que parte del contingente que corre hacia Relaciones Exteriores son recibidos por tanques o por ráfagas de metralletas, parece que hay una filmación. Si no traes ese mandato ¿cómo vas a disparar en contra de la multitud? Esas cuestiones se deben precisar, pero el juego cruzado es la base, la hipótesis central de la masacre, el papel del Batallón Olimpia. A mí me cayó un fulano de ellos en las corvas. Cuando lo mataron estábamos tirados en el piso ya habían pasado los disparos de tanques a las tuberías, se inundó el tercer piso. Fui de los últimos en tirarme, por eso me cayó en las corvas, sentí unos retorcijones en los pies y es cuando el que comandaba el Batallón Olimpia pide el walkie talkie: aquí Batallón Olimpia no disparen. Con todo y sus pistolitas, el ejército trae mejor armamento, pasa ese tiempo ¿no sé cuanto fue? media hora, una hora realmente uno pierde la noción del tiempo. Lo cierto es que cuando nos trasladan a la planta baja, era de noche, el mitin empezó en la tarde Lo que hizo el Batallón Olimpia fue poner a dos individuos atravesados, el tercer piso lo repartieron en sectores y en cada punta de sectores estaban dos fulanos y a cada uno le iban dando la orden de moverse y los trasladaban en el sector derecho a un piso de arriba y de abajo. A nosotros nos llevaron al segundo piso, era un departamento improvisado; ya estaba el ejército regular, había dos fulanos en el fondo de una mesa. La orden que te daban era quitarte el cinturón, toda pertenencia y ponerla en la mesa. Estaba casi lleno, con muchos compañeros en cuclillas, sentados en ese departamento.
Empiezan los interrogatorios, cuando me toca mi turno dicen: el que sigue… Entonces no tengo a nadie al lado y me volteo, dice el fulano ese fue orador del mitin y vienen los trancazos.
Este relato proviene del libro “Octubre dos, historias del movimiento Estudiantil” de Mario Ortega Olivares, publicado por la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco en 1998.

1 comentario:

Jaime Favela dijo...

El movimiento estudiantil de 68 tuvo sus episodios de represión más violenta en las escuelas del Politécnico. Las organizaciones de base más activas en brigadas y en la generación de volantes, en dónde Voca 7 situada en Tlatelolco se significó por ser la más activa. No es gratis que fuera la que más represión sufrió durante todo el movimiento.
Iván Uranga