jueves, 21 de febrero de 2008

Aquella noche trágica...

AQUELLA NOCHE TRÁGICA DE HACE 32 AÑOSPor: Cuauhtémoc Rivera Godínez.2 de octubre de 2000Buenos día a todos los niños y niñas de esta escuela PaidosQueridos amigos:Este lunes 2 de octubre se cumplen 32 años de un hecho que ha dolido mucho a todos los mexicanos que queremos que nuestro país sea cada día más libre, más justo, más independiente.Hace 32 años, cuando muchos de sus padres aún eran niños como ustedes o más pequeños, cuando sus abuelos eran muy jóvenes, en la unidad habitacional de Santiago Tlatelolco el gobierno mexicano realizó una de las acciones más horribles que un gobierno puede hacer en contra de su juventud estudiosa: Cientos de estudiantes fueron asesinados por las balas de soldados y de policías mexicanos. Si, soldados mexicanos disparando contra estudiantes mexicanos, ésto que nunca sucedería en un país de libertades, sucedió en nuestro país, solo porque esos estudiantes se atrevieron a pedir una cosa: Que este país fuera democrático, y que existieran libertades.El gobierno mexicano, en aquel entonces siendo presidente Gustavo Díaz Ordaz, bautizado por los estudiantes como "la changa Ordaz", pensó que con esos asesinatos iba a hacer que los estudiantes mexicanos guardaran silencio para siempre. Pero se equivocó. A partir de ese año de 1968, en muchas ocasiones, en muchas escuelas mexicanas, en el Instituto Politécnico Nacional, en la Universidad Autónoma de Chapingo, en la Universidad Metropolitana, y en la Universidad Nacional Autónoma de México, nuestra gran universidad, los estudiantes siguen protestando en contra de las injusticias. Siguen pensando que nuestro México debe de ser libre, y que este país debe de ser de todos los mexicanos y no de los más ricos y de los extranjeros.Porque fíjense ustedes, queridos niños, que en nuestro país tenemos grandes injusticias. De 100 millones de mexicanos que somos, 75 millones vivimos en la pobreza, y 40 millones de ellos comen diariamente solo tortilla y chile y viven con menos de 10 pesos diarios.Y en las escuelas mexicanas las cosas están muy mal. Les quiero mencionar, que de cada cien niños que ingresan a la escuela primaria, solamente once llegan a la universidad, y de estos once, solo seis llegan a finalizar su carrera de doctor o ingeniero o licenciado.Piensen ustedes que en países como Estados Unidos y el Japón, el gobierno se gasta al año seis millones y medio de pesos por estudiante, en México el gobierno se gasta solamente medio millón, porque el resto del dinero se lo roba.México vive muchas injusticias, pero a 32 años del 2 de Octubre de 1968, sus estudiantes universitarios siguen pidiendo una universidad para todos los mexicanos, siguen pidiendo que la universidad sea gratuita para todos porque se paga con dinero del pueblo y porque así lo manda la constitución mexicana. Siguen pidiendo que no se cierren las puertas del estudio para quien no es rico.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola a todos llegue a esta página y me da gusto que exista una pagina de información y de expresión acerca de este tema y lastima que en Méxicoaun estemos tan lavados del cerebro pues el gobierno no cambia y el pueblo le sigue creyendo y teniendo fe en algunos gobernantes que solo buscan su bien por otro lado pienso que hemos avanzado un poco en libertad de expresión pero aun falta y mucho, solo piensen yvean al menos en el estado en que vivo en Puebla la educaciòn solo es privada de gobierno contada y esta en chino entrar ,y la gente sonsale cree todo a su gober precioso y al señor Felipon estamos muy mal ojalá no sucedan cosas como estas matanzas pero recordaremos que en acteal sucedio algo similar unamonos como jovenes y todoscomo mexicanos el pueblo debe de tener poder sobre los gobernantes ellos solo son trabajadores para el pueblo , luchemos por la educaciòn y nuestros bienes de México mucho ojo con el petroleo, y por favor ya no vean tantas novelas y sus noticias tv azteca y televisa que tapan las cosas lean más. Gracias a quienes hacen este espacio muy bien

lobo dijo...

TRISTERZAS Y ALEGRÍAS DEL 68

Por Cuauhtémoc Rivera G

Amigos y amigas de esta escuela activa Paidos.

La mesa directiva de padres de familia me ha invitado para que, de una manera breve, les platique a ustedes la forma en que viví en 1968 el movimiento estudiantil.

Debo iniciar contándoles que para ese año yo cursaba el sexto año de primaria la cual se encuentra aún en el barrio de Tepito. Menciono esto porque es un lugar céntrico y muy conectado, por un lado con el centro de la ciudad, por el otro con Tlatelolco, así como con varias escuelas del Politécnico.

Mi hermano mayor, Jesús, ya iba en la escuela vocacional del Instituto Politécnico Nacional, y participaba en todas las actividades del movimiento estudiantil con sus compañeros de clase.

A diario mi hermano nos platicaba a todos en casa sus actividades; las asambleas, el reparto de propaganda en las calles, los mítines, la asistencia a las marchas. En mi casa a diario había amigos de él y yo me les pegaba siempre para ir a acompañarlos. Era como pertenecer a una familia con muchos hermanos, siempre platicando, siempre riendo, siempre amigables.

Todos ellos me hablaban de que querían un país mejor, de que no querían que hubiera injusticias; hablaban de la revolución, del Che Guevara; escuchaban a los Beatles y echaban mucho relajo.

Claro que no faltaban los siempre serios, los que se reían poco, y trabajaban mucho.

Con ellos recorrí en varias ocasiones la avenida Paseo de la Reforma, siempre de la mano de mi hermano o sus amigos cuidándome. Aún recuerdo al Chon, al Jaso, a Maruca, a Rita, a Rosa y a tantos cuyos nombres vienen a mi mente.

Con ellos conocí la alegría de ser mexicano y querer a este país, con ellos aprendí a platicar no solo de fútbol sino de los pobres y de los ricos; de los hombres que están en la cárcel porque se oponen al mal gobierno; aprendí a escuchar la música de los Beatles y de Las Puertas; y que traer el pelo largo no era de vagos sino de inconformes.

Con ellos aprendí que en Vietnam, un pequeño país muy lejos de aquí, sus hombres, mujeres, niños, y ancianos luchaban contra Estados Unidos porque este país los había invadido. Con ellos aprendí que la guerra es horrible y que siempre hay que oponerse a ella.

En 1968, con mis hermanos y sus amigos, que fueron también nuestros hermanos, aprendí la alegría de vivir en compañerismo, la alegría de pedir un país libre, la alegría de ser inconforme, la alegría de tener fe en que este país será mejor si sus jóvenes se comprometen con él.

En 1968 aprendí que el PRI, ese partido que aún sigue succionando la riqueza de los mexicanos, era una coladera llena de lo peor y que no cabía en nuestra vida.

Es difícil decirles a ustedes los acontecimientos del 2 de octubre. Solo quiero decirles que yo vivía a diez minutos de Tlatelolco, y desde la vecindad que habitaba se podía divisar claramente al helicóptero que durante horas disparó contra los estudiantes indefensos. Ahí estuvieron mis padres, mis tres hermanas y mis dos hermanos mayores.

Nunca he sentido mi casa tan fría como ese día, solo, con mi abuela Petra y mi prima Josefina, aguardamos la llegada de mis hermanos y mi padre.

Todos llegaron esa noche, menos Jesús. Él apareció 15 días después, detenido en una cárcel militar, allá por Chapultepec, conocida como el campo militar número uno. Después de haber sido detenido y brutalmente golpeado en un departamento del tercer piso en el edifico Chamizal de Taltelolco

Cientos son las cosas que platicamos en casa. Cientos son las cosas que platicamos en la calle, cientos son las cosas que he leído en los libros... y aún no deja de dolerme ese día tan terrible.

Pero ya estamos en el año dos mil. Ustedes son la primera generación de niñas y niños que crecerán sin el PRI. La primera generación de niños y niñas que no sufrirán todo lo que ese partido ha significado.

Ojalá que en lo futuro la injusticia, la muerte, la violencia en contra de los jóvenes, el desempleo, el hambre, la explotación, sean solo cosa de la historia de México.

Millones de estudiantes han pasado por las escuelas de 1968 al año 2 mil. Millones de ellos han sabido cumplir con nuestro país.

Estoy seguro, que muchos de ustedes serán mejores que muchos de nosotros, y que siempre estudiarán la historia mexicana para no olvidar a los estudiantes del 68, con sus alegrías, con su música de los Beatles, con sus marchas por Paseo de la Reforma, que al igual que hoy los indios de Chiapas, solo querían un México con libertad, justicia y democracia.

lobo dijo...

Amigos y amigas de esta escuela activa Paidos.

La mesa directiva de padres de familia me ha invitado para que, de una manera breve, les platique a ustedes la forma en que viví en 1968 el movimiento estudiantil.

Debo iniciar contándoles que para ese año yo cursaba el sexto año de primaria la cual se encuentra aún en el barrio de Tepito. Menciono esto porque es un lugar céntrico y muy conectado, por un lado con el centro de la ciudad, por el otro con Tlatelolco, así como con varias escuelas del Politécnico.

Mi hermano mayor, Jesús, ya iba en la escuela vocacional del Instituto Politécnico Nacional, y participaba en todas las actividades del movimiento estudiantil con sus compañeros de clase.

A diario mi hermano nos platicaba a todos en casa sus actividades; las asambleas, el reparto de propaganda en las calles, los mítines, la asistencia a las marchas. En mi casa a diario había amigos de él y yo me les pegaba siempre para ir a acompañarlos. Era como pertenecer a una familia con muchos hermanos, siempre platicando, siempre riendo, siempre amigables.

Todos ellos me hablaban de que querían un país mejor, de que no querían que hubiera injusticias; hablaban de la revolución, del Che Guevara; escuchaban a los Beatles y echaban mucho relajo.

Claro que no faltaban los siempre serios, los que se reían poco, y trabajaban mucho.

Con ellos recorrí en varias ocasiones la avenida Paseo de la Reforma, siempre de la mano de mi hermano o sus amigos cuidándome. Aún recuerdo al Chon, al Jaso, a Maruca, a Rita, a Rosa y a tantos cuyos nombres vienen a mi mente.

Con ellos conocí la alegría de ser mexicano y querer a este país, con ellos aprendí a platicar no solo de fútbol sino de los pobres y de los ricos; de los hombres que están en la cárcel porque se oponen al mal gobierno; aprendí a escuchar la música de los Beatles y de Las Puertas; y que traer el pelo largo no era de vagos sino de inconformes.

Con ellos aprendí que en Vietnam, un pequeño país muy lejos de aquí, sus hombres, mujeres, niños, y ancianos luchaban contra Estados Unidos porque este país los había invadido. Con ellos aprendí que la guerra es horrible y que siempre hay que oponerse a ella.

En 1968, con mis hermanos y sus amigos, que fueron también nuestros hermanos, aprendí la alegría de vivir en compañerismo, la alegría de pedir un país libre, la alegría de ser inconforme, la alegría de tener fe en que este país será mejor si sus jóvenes se comprometen con él.

En 1968 aprendí que el PRI, ese partido que aún sigue succionando la riqueza de los mexicanos, era una coladera llena de lo peor y que no cabía en nuestra vida.

Es difícil decirles a ustedes los acontecimientos del 2 de octubre. Solo quiero decirles que yo vivía a diez minutos de Tlatelolco, y desde la vecindad que habitaba se podía divisar claramente al helicóptero que durante horas disparó contra los estudiantes indefensos. Ahí estuvieron mis padres, mis tres hermanas y mis dos hermanos mayores.

Nunca he sentido mi casa tan fría como ese día, solo, con mi abuela Petra y mi prima Josefina, aguardamos la llegada de mis hermanos y mi padre.

Todos llegaron esa noche, menos Jesús. Él apareció 15 días después, detenido en una cárcel militar, allá por Chapultepec, conocida como el campo militar número uno. Después de haber sido detenido y brutalmente golpeado en un departamento del tercer piso en el edifico Chamizal de Taltelolco

Cientos son las cosas que platicamos en casa. Cientos son las cosas que platicamos en la calle, cientos son las cosas que he leído en los libros... y aún no deja de dolerme ese día tan terrible.

Pero ya estamos en el año dos mil. Ustedes son la primera generación de niñas y niños que crecerán sin el PRI. La primera generación de niños y niñas que no sufrirán todo lo que ese partido ha significado.

Ojalá que en lo futuro la injusticia, la muerte, la violencia en contra de los jóvenes, el desempleo, el hambre, la explotación, sean solo cosa de la historia de México.

Millones de estudiantes han pasado por las escuelas de 1968 al año 2 mil. Millones de ellos han sabido cumplir con nuestro país.

Estoy seguro, que muchos de ustedes serán mejores que muchos de nosotros, y que siempre estudiarán la historia mexicana para no olvidar a los estudiantes del 68, con sus alegrías, con su música de los Beatles, con sus marchas por Paseo de la Reforma, que al igual que hoy los indios de Chiapas, solo querían un México con libertad, justicia y democracia.